12 de mayo de 2012

Viernes noche

Había silencio y ruido al mismo tiempo... el incesante ruido de la lluvia al caer, del zumbido del radiador, pero nada que oír en realidad. No oía voces en el exterior. Podría haber sido la última persona que quedara con vida. Quería ser la última persona que quedara con vida. No sabía que hacer ni que pensar. Sentí la alfombra bajo las manos, aspera, rasposa, de modo que pensé en eso. Habían borrado las letras de la pizarra pero podía adivinar sus sombras. Que palabras no lo se.
Me costaba respirar. No iba a llorar. No. Miré fijamente el reloj de la pared. Quince minutos. Si para entonces no había dejado de llover, tendría que irme igualmente. No podía pasar la noche en el instituto.
La lluvia amaino, o puede que solo fuera mi imaginación. Espere cinco minutos que me parecieron una hora. No aguante mas. Me levante metí mis cosas en la mochila, apague el radiador y me fui.
De hecho, parecía que llovía con más fuerza. Me quede fuera pegada contra la puerta y protegida solo por un toldo. El viento me levantó la falda y me revolvió el pelo. Me sentí paralizada, pero no solo por el frío.
Camine bajo la lluvia haciendo visera con la mano, pero no sirvió de mucho apenas veía  a unos pasos delante de mi. Pero me sentí mejor que si hubiera sido una noche clara en la que todo el mundo se estuviera divirtiendo y yo me sintiera paralizada. Creo que llore, no estoy segura. Con la lluvia que caía, no sabría decirlo.

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