Entra en una cabina bronceadora y fríete durante dos o tres días. Cuando las ampollas de tu piel hayan estallado y te hayas descamado, retuércete en sal gorda y después ponte ropa interior cosida con hilo de cristal y alambre de cuchillas. Vístete con tu ropa habitual, siempre y cuando te vaya estrecha.
Fuma pólvora y ve al instituto, para brincar entre aros, siéntate y suplica, cumple las órdenes. Escucha los murmullos que se cuelan en tu cabeza por la noche, llamándote fea y gorda y estúpida y puta y zorra y lo peor de todo, “una decepción”. Vomitas y te mueres de hambre y te cortas y bebes porque necesitas un anestésico y eso funciona. Durante un rato. Pero entonces el anestésico se convierte en veneno y para entonces ya es demasiado tarde porque ya estás colocada hasta el alma. Te está pudriendo por dentro pero no puedes parar.
Te miras en el espejo y sólo ves un fantasma. Oyes gritar a cada latido de tu corazón y todo-absolutamente-todo está mal.
“¿Por qué?”, no es la pregunta correcta.
Pregúntate, “¿Por qué no?”
Frío. Laurie Halse Anderson.
Moriré buscando la perfección.
ResponderEliminarTodo por lo que pasamos incluso lo que consideramos injusto, nos sirve para ser más fuertes;sin esos momentos de desesperación no podríamos apreciar los de tranquilidad.
ResponderEliminarUn texto duro, muy duro; pero la gente merece leerlo. Y es que hay mucha perfección en este mundo y debemos de intentar que desaparezca una sociedad como en la que vivimos, porque solo nos está haciendo daño.
ResponderEliminarun beso
ResponderEliminarQ texto duro... te estas pudierndo por dentro y no puedes parar...a veces pienso si no puedo o no quiero.
Beso